Hoy es un día domingo de mucha lluvia. Me recuerda Zipaquirá en Colombia. Hoy pensaba cuando la 2a vez que estuve en Bogotá y la importante oportunidad que tuve para irme a vivir a allá. Quizás mi historia sería diferente pero no estuve atento a las señales. Una vergüenza.
Digamos que por cosas de la vida conocí al rector de la Pontificia Universidad Javeriana. Lo conocí siendo «el mexicano de visita», hable con él un buen tiempo, sabía quién era y aún así no me pasó por la cabeza venderme como profesor en su universidad, quizás también me hubiera dicho que no se necesitaba mis servicios pero al menos no tendría la duda como la tengo al día de hoy. Ese café cito ahí por el barrio de chapinero representa un blur en mi vida.
Lo cierto es que si no lo dije en su momento fue porque tampoco formaba parte de mi plan de vida. Pero… si me lo pienso bien, claro que me digo a mi mismo que podría comer buñuelos y pan de yuca cuando quisiera. ¿No?, ese es el sueño, Bogotá, Buñuelos, Café, Rumba, Rumba, Marketing.
¿Me arrepiento?
Es una pregunta fuerte porque me encanta Bogotá, su clima, su gente, su comida, el acento, las calles, el color de los ladrillos, los postres, el trabajo, el acento. Tengo experiencia dando cátedra (de una oportunidad que tampoco busqué pero ya hablaremos de ella después) a nivel licenciatura y posgrado y vaya que es súper interesante y agradable, es un reto diferente, para alguien que está encerrado frente a maquina viendo artes, estadísticas, pagos, números, diseño gráficos, ventas, clientes, pues dar clases es algo diferente. Es un reto único. Es hermoso.
No tengo una respuesta clara. Seguí con mi vida, si no busqué el tema para hablar sobre una oportunidad para dar clases en la Javeriana fue porque en el momento de visita en el que me encontraba estaba descansado. La vida de un publicista es desgastante, nos dedicamos a vender ideas, a transmitir ideas, a comunicar ideas, a impregnar sentimientos a diluir sensaciones. Algunos le dicen persuadir. Y yo no estaba en Bogotá para persuadir a nadie, creo me jugué a mi mismo un momento y lo deje ir.
Oportunidades han vuelto para estar frente a salón. Una vez la tomé y la abandoné. Los alumnos me hicieron tomar un vuelo sólo para no quedarse en mi clase porque «pensamos que no vendría» y la segunda acepte y me quedé porque era regresar a la universidad donde estudie. Pero el el recuerdo de la Javeriana está ahí, siempre estará, tuve la oportunidad y la deje ir porque simplemente, no era mi momento.
Ahora que la cosa es más «digital» pues ha regresado la idea, mi contacto sigue en Bogotá, ¡Claro! los tiempos cambian y a veces cuando no te toca aunque te pongas.
En fin, que esta tarde sudestada y nublada de domingo me acordé de esa fragancia en Bogotá. Quizás después, ahora toca estar aquí, y necesito estar muy aquí. Lo necesito.
Nos estamos viendo.