No soy una persona de fiestas de cumpleaños. Nunca lo he sido, ni ahora a los cuarenta. Tampoco soy un amargado o de esas personas que se ponen especiales para celebrar, más bien es que no es como lo mío. Este día trato de estar en paz conmigo, un día al año que no me estoy pidiendo «más».

Este es un día que agradezco estar aquí, vivo, con la oportunidad de hacer algo. Trato que ese algo sea un significante que me permita recordarlo después, y bueno, he llegado a la quinta ola de la pandemia de la Covid 19 de forma invicta, no me he enfermado, lo que de alguna manera me hace sentir un poquito especial, no mucho, solo lo suficiente, hubo gente de mi edad que no lo logró ¿sabes?, nos faltó un poquito, ni modos, así esto.

Te decía sobre la oportunidad de estar vivo, de estar aquí, te lo digo así porque yo pude perderla. No es algo sencillo lo que te cuento, pero una vez casi me linchan, otra casi pierdo las ganas de vivir y la última me atropellaron acabando una campaña política. Entonces, cuando esas cosas le pasan a uno; estar vivo es la mejor oportunidad para hacer algo.

Hoy cuando levanté hice 40 años, dice la gente que me veo más joven… como de 39, gracias, les agradezco el detalle. Cuarenta años me ha costado darme cuenta que soy apreciado, estimado, querido y amado. Darme cuenta que no es necesario hacer la señalética de una fiesta para percatarse de ello es una buena lección, sin embargo el pastel siempre es bienvenido.

Y sí, hoy me dí el día, lo estoy ocupando para pensar en cosas. Oportunidades que se vienen, hechos que ya están y realidades con las que tenemos que transformar realidades. Vienen más responsabilidades y el sueño por hacer algo trascendental está aquí y ahora.

Pensamiento sobre Feynman: Destino es ahora.

Gracias.