Ayer di un curso. Se llamó «Tus redes sociales al máximo». La historia de este curso honestamente no era realizarlo de forma externa sino más bien como una capacitación hacia los colaboradores de la misma agencia por lo que me pareció excelente la idea. Yo me resistía a dar un webinar en estos tiempos de pandemia y sin embargo aquí estoy, dando un curso. Más pronto cae un hablador que un cojo y yo uso bastón.
Bueno, muchas ideas me vienen a la cabeza mientras escribo estas líneas trataré de poner algunas.
Primero decirte que no me siento un «experto», no ando por la vida diciendo de mi que soy un experto o algo parecido, lo que sé (bueno o malo) me ha tocado aprenderlo, controlarlo y hacer algo con el conocimiento pero nada más, vengo de la old school, tengo 37, me prepararon como publicista tradicional y bueno, cierto es que siempre viví rodeado de computadoras fascinado por la tecnología y me he sumado a este mundo digital, disfruto hacer lo que hago, volverme indispensable para las empresas, que el teléfono no para de sonar con un problema diferente, de otra empresa que requiere otra solución diferente de la que tenías hace 10 minutos para otra empresa. Adrenalina pura muchacho.
Segundo, nunca he tomado un sólo curso de pedagogía, por lo que supongo mi método frente a grupo no debe ser lo mejor, sin embargo me preocupo por las personas, porque aprendan. Sé bien que esto de «que aprendan» se lee muy mamón. Mucho. Ya sé, pero lo digo en serio, me refiero, igual no explico bien, pero voy a estar ahí de necio hasta darme a entender. La única cosa pedagógica que aprendí bien lo viví en mi primaria, con mi maestro Héctor Reyes: «¿Estás seguro?¿no se puede hacer de otra forma»?.
Tercero. El tema me fascina, no lo puedo negar, vivo bajo la filosofía de mi padre «Todo aquello que pudiendo estar bien no lo está, necesita mejorar». y pues eso, que este curso (que como ya dije al inicio no estaba dirigido al público general) ha sido una buena lección y seguramente hay mucho que hacer para que mejore. Fueron dos horas más 20 de preguntas y respuestas. Les puedo decir algo de esto, cuando alguien te pregunta algo hay más respuestas que ofrecer pero hay poco tiempo para explicarlas. Pinche dislexia.
Cuarto. Hace años estaba por la Condesa, cerca a Benjamin Hill, la casa por donde vivía en ese tiempo allá en la CDMX. Un fin de semana recuerdo que camine hasta llegar una cuchilla frente a un café. Ahí estaba yo, fumando y bebiendo café, pensando en si lo que hacía vale la pena, digo, siempre escucho comentarios de que los publicistas sólo enferman a la gente y pues bueno, no hay cura para una enfermedad que no existe. Supongo el curso vuelve un poco publicistas a los empresarios que me escucharon.
Quinto. Dar lecciones no es mi más, mi máximo. Mi máximo siempre fue tener una agencia y bueno. Vivo el sueño. Tengo la agencia y cierto es que mucho o poco, prefiero conocer el rostro de a quien le comparto mi conocimiento. Esta fue una gran oportunidad, ojalá haga algo con esta experiencia.
Sexto. Al curso asistieron 31 personas. esperaba 15. Lo bueno que sí se cobró cuota de inscripción, si sabes hacer algo no lo regales. Tampoco des todo, dosifica.
Séptimo. Mi padre me ha dicho que está orgulloso, que le gusta la idea de que comparta lo que sé. Pues bueno, me puso feliz.
Octavo, quizás es mal momento, pero hay muchas personas a las que admiro, se me ocurren hacer cosas con estas personas, principalmente la parte de Granvía España y un amigo al que adoro que odia «hacer famosos a personas estúpidas» en social media, no sé, igual y les doy una sorpresa.
Novena. Nota para mi mismo; ten vino cuando des un curso, lo aprendimos cuando tocaba el bajo en una banda de rock, no es sólo el ponente, se trata del equipo detrás, no hay concierto sin ingeniero de audio, o bueno, igual o sí, pero se va a escuchar horrible.
Diez. Gracias, no sé si suceda de nuevo, ojalá, estaría genial.
Nos leemos luego, chau.